Mis primeras palabras son para alabar y engrandecer el nombre de Dios primeramente porque me ha hecho su hijo, que sin duda es el más grande privilegio. Le alabo por cuanto ha sido bueno y misericordioso para con mi vida, y porque me da esta oportunidad para expresar mi adoración y contar cuan grandes cosas ha hecho en mi vida.
El Señor a una temprana edad salió a mi encuentro, salvando y perdonándome de mis muchos pecados y transformando mi vida, haciendo de mi una nueva criatura. En esta oportunidad quisiera contar una experiencia que el Señor me entregó en mi etapa escolar media.
En diciembre del año 2017, terminando el segundo año medio, en medio de un gran mover espiritual que estábamos viviendo en mi iglesia Dios por medio de su Espíritu Santo, a través de un instrumento habla a mi vida y dentro de todo lo que me dijo en esa noche, el Señor me dice que por cuanto había dado testimonio de Él en mi colegio Él depositaba una doble porción de sabiduría e inteligencia sobre mi vida y que Él me iba a enseñar a estudiar en ese momento. Es ahí cuando el Señor me comienza a explicar y a ordenarme cómo lo debía hacer. Me dijo que cuando yo tuviera una evaluación lo que debía hacer era leer solamente una vez la materia que entrase en la evaluación y que al momento de rendirla le pida a su Espíritu recordador que me traiga todo a la memoria, y que Él lo haría conforme a su promesa.
Fue así como a partir de ese día en todas las evaluaciones siguientes empecé a confiar y a poner en práctica lo que Dios me había prometido: llegaba el momento de la evaluación y antes de siquiera leerla lo primero que hacía era ungir esa prueba y pedirle a Dios que obrara misericordia y cumpliera su promesa sobre mi vida, lo hacía sin miedo ni vergüenza pues sabía quién era el que me había hecho esa promesa.
Mis hermanos, para la Gloria de Dios lo cuento, desde ese momento mis notas fueron las más altas de mi curso; muchas personas me preguntaban cómo lo hacía y fue ahí cuando pude testificar públicamente del poder de Dios y de su gran amor para con mi vida.
Pasaron los años y llegó el momento de rendir la PSU, en mi vida había nervios e inseguridades, pero siempre recordando la promesa que Dios un día me hizo. Fue así que cuando llegó el momento de rendir las pruebas lo primero que hice fue ungirlas y pedir a Dios que me recuerde todo lo que había estudiado y que obrara misericordia.
Con el correr de los días llegaron los resultados, y para la Gloria de Dios eran puntajes que jamás imaginé: Dios nuevamente mostrando su gran amor para con mi vida y cumpliendo la promesa que el 3 de diciembre del año 2017 me hizo. Pasaron los días, tuve que postular a una carrera universitaria y al momento de ver los resultados nuevamente Dios se glorifica y me permite ser el primer seleccionado de mi carrea y permitiéndome estudiar totalmente gratis.
Han pasado los meses y los años desde el día que Dios me hizo esa promesa y puedo testificar con plena seguridad que Dios no ha cambiado, su poder no ha mutado, su brazo de amor no se ha acortado para ayudarme, y que cuando es Dios quien promete ciertamente Él cumple.
Y hoy, ya en mi segundo año universitario Dios me ha ayudado y ha cumplido fielmente su promesa, capacitándome y dotándome de sabiduría e inteligencia para poder cumplir y rendir con todos los ramos.
Con estas mis palabras alabo y ensalzo a Aquel que es digno de recibir toda honra, gloria y majestad: Jehová Dios de los Ejércitos.
Amén.