Hno. Nicolas Vasquez, GELC UBB.

Alabo y engrandezco el nombre de Dios, pues su amor ha sido grande para conmigo. Siendo un niño aún pequeño fui convencido de pecado, lo que me llevó a un sincero arrepentimiento delante de mi Señor quien en su misericordia salvó mi alma. Durante toda mi vida he podido gustar las bondades de Dios en todo ámbito de mi vida, es así como en el año 2017 pude comenzar mis estudios superiores en la Universidad del Bío-Bío, ciudad de Concepción. Aunque en un principio tuve temor por tener que dejar mi hogar para instalarme en una ciudad y ambiente totalmente desconocidos para mí, Dios mostró su mano de misericordia mediante el grupo GELC UBB. En cada uno de mis hermanos y hermanas he podido ver el amor que nuestro Padre celestial pone en los corazones de sus hijos, ellos han sido un gran apoyo y sustento para mi vida. Puedo decir que, si hasta el día de hoy he podido mantener firme la fe en el Señor, es porque Dios ha puesto aquel grupo en la universidad. Hoy puedo ver que sólo por voluntad de Dios estoy en aquel lugar, pues allí Él me ha permitido compartir su evangelio y me ha respaldado en cada dificultad que se me ha presentado, mostrando que sólo su gracia me sustenta. Respecto a esto quisiera compartirles una pequeña experiencia vivida, donde Dios mostró su mano de poder en mi favor: Por algunos motivos, el primer semestre de este año 2020 me vi en la necesidad de inscribir 9 ramos; podrán imaginar mis hermanos la gran carga académica que esto significa, sumado a la modalidad online adoptada durante la emergencia sanitaria. Gracias a la misericordia de Dios, me ayudó en todas aquellas asignaturas, sin embargo, usó una de ellas para probar mi fe, ya que de 3 certámenes que debía rendir, 2 de ellos no pude entregarlos. Si uno saca los cálculos correspondientes, ese ramo ya estaba reprobado, por lo cual lo di por perdido. Pero sabemos hermanos que estamos en las manos de un Dios vivo, un Dios que hace posible lo imposible; no sé cómo lo hizo mi Dios, no sé a quién o qué movió, lo que sé, es que al revisar mis promedios al final de semestre, aquel ramo que estaba perdido ahora estaba aprobado y por más que la nota mínima. ¡La gloria es de Dios!

Con estas palabras alabo y engrandezco el nombre de mi Señor y sólo a Él tributo toda honra, gloria y suprema alabanza. Amén.

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