Hna. Andrea Malio Durán, GELC USS Concepción.

Primeramente, le doy gracias a mi buen Dios porque hasta este día me da vida, salud y el privilegio de ser llamada Hija de Dios; y porque además me da el privilegio de participar en este grupo GELC. Como señorita, miraba mi futuro en la universidad y nunca pensé estar donde el Señor hoy me tiene. Cuando por la gracia de Dios entré a la universidad, ÉL comenzó a trabajar en mi vida; primeramente, poniendo un deseo de participar con el grupo GELC. Luego, el Señor puso en mi corazón la necesidad de acercarme a Él, eso significó despojar de mi corazón muchas cosas que al Señor no le agradaba; fue un proceso difícil porque Dios estaba limpiando mi vida y yo no me daba cuenta.  Al año siguiente, el jefe fue a despedirse pues se había titulado, y yo comencé a orar al Señor para que él levantara un nuevo jefe. Unos días antes que se nombrara la directiva nueva, entró una preocupación en mi vida: venían pensamientos de que quizás podría ser el siguiente jefe, pero inmediatamente alejaba esos pensamientos. Cuando llegó el día del nombramiento y el amado Pastor supervisor dice mi nombre en el cargo de jefe, vino a mi vida una sensación de incapacidad, pero aún así de mis labios salió un AMÉN y comprendí que todo lo que había pasado el año anterior sólo había sido la preparación de mi vida para lo que me esperaba. Fue así como el Señor puso en mi corazón el amor por su obra, hasta el día de hoy me siento incapaz de esta honra, sin embargo, Dios prometió ayudarme hablándome por su palabra y diciéndome:

“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.»

Josué 1:9

A mi buen Dios sea toda la honra, la gloria y la suprema alabanza por los siglos de los siglos. Amén.

Hna. Andrea Malio Durán, GELC USS Concepción.

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