Cuando estaba en cuarto medio comenzaron a nacer muchas dudas en mí con respecto a mi futuro, ya que Dios a mí nunca me había dicho que entraría a la universidad, entonces yo quería saber cual era la voluntad de Dios para mi vida, si debía estudiar o no, puesto que yo tenía un hermano que también estaba estudiando en la universidad en otra ciudad, entonces no estaban los medios para que humanamente yo pudiera estudiar. Recuerdo que una vez me arrodille a orar y le dije al Señor que si era su voluntad que yo entrara a la universidad me lo mostrara de una forma diferente, yo quería ver un milagro. Paso alrededor de un mes de aquella oración y me comienza a mi a dar un dolor muy fuerte en mi estómago, mi madre me llevo a urgencias, pero los doctores no encontraban nada, me enviaban de vuelta a mi casa, pero yo no podía comer nada todo lo vomitaba, hasta el agua, vuelvo a dirigirme a urgencias y me dejan hospitalizada.
Después de una semana donde me hacían exámenes me diagnosticaron con calculo en la vesícula, estuve 15 días hospitalizadas donde mi único alimento era el suero, yo en ese momento no entendía porque me estaba pasando eso si yo servía a Dios, trataba de estar en la mayoría de los servicios, entonces no comprendía cómo había llegado hasta ese punto. Recuerdo que era un día domingo yo estaba aún en el hospital con un familiar, y entra un hombre con una biblia bajo el brazo, no me saluda ni nada, solo me pregunta ¿usted va en cuarto medio? A lo que yo con cierta desconfianza respondo que sí, es en ese momento cuando baja la presencia de Dios y toma a aquel hombre, comienza a hablar en lenguas y empezó Dios a responder cada una de mis dudas, me dio muchas promesas y entre ellas me dice que entraría a la universidad, que él abriría las puertas para que yo pudiera estudiar, me daría la sabiduría, que saldría muy pronto de ese lugar y la confirmación de todo esto lo recibiría en una carta.
Desde ese mismo instante las promesas de Dios se fueron cumpliendo, antes de entrar a pabellón clame a Dios y como aquella mujer que tocó el manto del Maestro, ocupe toda la fe que tenía y le dije a Dios que Él me sanara. Al despertar después de la operación se acerca mi médico y me dice “No sé qué paso desde ayer hasta ahora, pero tú no tenías nada, revise muchas veces, pero tu vesícula estaba del tamaño normal y no había ningún calculo”. Salí de ese lugar como Dios me lo había dicho.
Paso el tiempo, yo rendí la PSU y el día 25 de diciembre salían los resultados, en la iglesia en Curicó después del cuadro de navidad nuestro pastor siempre nos da un sobre donde vienen dulces y un pan de vida, entonces yo recibo mi sobre y Dios me trae a la memoria que recibiría la confirmación por medio de una carta, veo el pan de vida y realmente era la confirmación (Hebreos 6:10).
Al día siguiente recibí los resultados y desde allí en adelante pude ver como Dios abrió las puertas, sus promesas se fueron cumpliendo una a una, no tuve que hacer fila para matricularme ni nada, no tuve que pagar nada y he podido ver que Dios hasta aquí me ha ayudado, no me ha dejado. Y ahora que escribo esto puedo darme cuenta que Dios siempre es fiel, cumple sus promesas, solo nos pide que confiemos en Él, le sirvamos y es Él quien se encargara de nuestros asuntos, preocupaciones, angustias, de todo Dios se encargará. Espero que mis experiencia sirva de aumento de fe y recuerden siempre que Dios está atento a sus hijos, no los deja solos y que siempre cumple sus promesas.