Primeramente, alabo y engrandezco el nombre de Dios, por rescatarme y permitirme ser su hija.
En el año 2016 ingresé a estudiar ing. Civil industrial en la Universidad de Talca, sólo con la creencia de que existía Dios, pero sin un encuentro y sin seguir los caminos de mi buen Señor. Sin embargo, los propósitos de Dios son perfectos y fue en ese mismo año y en los años próximos donde pude llegar al GELC Utalca de Curicó, a través de la hermana Eunice quien entregó los primeros testimonios, palabras y alabanzas para bendecir el nombre de Dios.
En 2019 llegué a la iglesia Cristo tu Única Esperanza de Lolol, cuando padecía de crisis de pánico, insomnio y ansiedad, pero Dios se manifestó en mi vida y me restauró, puso en mí la alegría y tranquilidad que mi corazón afligido necesitaba. Poco a poco mi relación con Dios se fue fortaleciendo y guardándome de distintas situaciones y procesos donde por bondad y misericordia de Dios me permitió avanzar a lo largo de la carrera. Así lo hizo también en el último semestre de carrera donde veía perdido y reprobado el ramo de inglés, puesto que no contaba con las capacidades suficientes para lograr aprobar esa asignatura, sin embargo, Dios hizo un milagro en mí, y mediante la oración puso en mi camino a un joven utalino que me ayudó a rendir mis calificaciones, así mismo colocó en mí la sabiduría necesaria para aprobar la entrevista, por lo que, para Dios sea toda la honra y gloria.
Soy de una familia muy humilde, la primera de cuatro hermanas en ingresar a la universidad, sin embargo, el 5 de agosto daba gracias a Dios por culminar mi etapa universitaria y permitirme conocerle en este proceso y por ser parte del GELC que fue donde ocurrieron mis primeros encuentros con Dios, transformándose en una fuente de aprendizaje, refugio e instancia para aumentar mi fe.
Alabo a Dios porque ha llenado mi vida de alegría, me ha ayudado en todo momento y es por su gran misericordia que hoy soy una egresada, todo se lo debo a Él. A mi buen Señor, sea toda la honra, gloria y suprema alabanza.