“Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia.”
Salmos 118:1
Alabo y bendigo el nombre de Dios porque hasta el día de hoy me ha sustentado y porque a la edad de 15 años salió a mi encuentro, cambiando mi vida completamente, donde ahora puedo decir a viva voz que he conocido la verdadera felicidad.
El Señor en su misericordia me permitió ingresar a estudiar a la enseñanza superior en el año 2018, en este mismo año ingresé al grupo Gelc, el cual se estaba retomando después de estar inactivo por un tiempo. Me gozo al recordar aquellos días cuando podíamos estar presencialmente en las reuniones y evangelizaciones, las cuales fueron de mucha bendición, de crecimiento espiritual y un crecimiento en número de integrantes.
Mis primeros días de estudios fueron bastantes duros, fui despreciada e ignorada por mis compañeros por ser una hija de Dios, en una oportunidad me encontraba almorzando junto a unas compañeras y dentro de su conversación empezaron a comentar cuanto odiaban a los evangélicos, en ese momento las miradas cayeron sobre mí y me trasmitieron el desprecio y odio que tenían hacia mi persona. De esta forma fueron transcurriendo mis días, donde la angustia se hacía presente en mi vida porque convivía a diario con personas que se dedicaban a ignorarme y despreciarme, pero el Señor en su grande amor tenía mi refugio preparado dentro de la universidad, la cual era una pequeña salita donde se reunían los hijos de Dios, en este lugar mis fuerzas eran recargadas para poder salir nuevamente a enfrentar este mundo que nos hace tanto daño, pero sabiendo que Dios era mi consuelo en los momentos de angustia y sólo me restaba seguir transitando este camino tan maravilloso. Con el pasar del tiempo, pude empezar a establecer conversaciones con mis compañeras de estudio, donde aprovechaba esas instancias para hablarles del inmenso sacrificio que hizo Jesús por amor a toda la humanidad, y ahora podía ver como ellas escuchaban atentamente mis diálogos, fue grande la sorpresa cuando un día una compañera se acerca a hablar conmigo para contarme la gran angustia que tenía dentro de su corazón, producto de que no podía encontrar la solución al problema que ella estaba viviendo, en ese momento el Señor puso palabras en mi boca para darle a entender que la solución a sus problemas la iba a encontrar en Dios. ¡Gloria al Señor!, porque mi compañera en ese momento pudo comprender que Dios existía y que la amaba inmensamente.
Muy afortunada me siento de ser parte de este ministerio, porque a través de este grupo he podido sentir la presencia del Señor en mi vida y porque me ha ayudado cada día a hacerme más valiente, para poder predicar su palabra en medio de este mundo y ser una luz para la oscuridad que les rodea.
Para mi buen Dios, sea toda la honra, la gloria y la suprema alanza. Amén.
Hna. Tabita Polanco – IEP La Victoria – Gelc UBO